La supresión de los aranceles no es solo un alivio para el comercio internacional en plena depresión por la pandemia, también es una importante señal sobre la nueva etapa que desean abrir Washington y Bruselas.
El conflicto de Airbus y Boeing se remonta a 2004, con denuncias cruzadas por los subsidios otorgados por ambos a sus principales gigantes aeronáuticos. En ambos casos, las ayudas fueron declaradas ilegales por la OMC, que en 2019 dio luz verde a Trump para aplicar represalias sobre productos de la UE por valor de 6.900 millones de euros y, en 2020, permitió a la UE un golpe de 3.400 millones sobre las ventas estadounidenses.
Esto fue demoledor para muchas industrias, en especial la agroalimentaria. Productos como el aceite de oliva español prácticamente se quedaron sin acceso al mercado norteamericano, después de que se impusiera un gravamen del 25% sobre sus exportaciones.
EEUU se sitúa como segundo país de destino de los alimentos y bebidas españoles fuera de la Unión Europea, solo por detrás de China. El año pasado, la importaciones estadounidenses de aceite de oliva envasado de origen español cayeron un 80,9% respecto a 2019, según datos de la SEC. Esto ha favorecido enormemente a otros países como Túnez y Portugal.
La decisión de congelar durante 4 meses los aranceles por ambas partes ofrece un respiro al mercado español a la espera de lograr una solución duradera.
La UE acaba de aprobar recientemente su nueva política comercial, que busca una posición más independiente en el comercio mundial. Bruselas quiere alcanzar acuerdos con el Presidente Biden, con quien quiere buscar una posición conjunta para hacer frente a las malas artes comerciales de China. Desde diciembre se han alcanzado acuerdos inversores con Pekín que faciliten el acceso de empresas europeas a ese mercado y generado nuevos instrumentos para responder a eventuales agresiones comerciales de otros bloques económicos.