Siguiendo el ejemplo de Estonia en 2011 y Letonia en 2013, es la tercera y última República Báltica que adopta la moneda única. La mayor parte de las empresas lituanas, cuyo mercado principal son los países miembros de la UE, creen que la adhesión a la zona euro supondrá un abaratamiento y simplificación de sus negocios, con un especial impacto inicial en los costes de las transferencias bancarias y unos tipos de interés más bajos.
En Lituania se aprecia tambien el efecto de “seguridad” que aporta la moneda única: la zona euro es el núcleo de la UE y entrar en ella ofrece un nivel superior de seguridad política y solidaridad.